domingo, 22 de abril de 2007
Descansar quiero
viernes, 13 de abril de 2007
Chiang Mai, te limpia y te sella
Mujeres jirafa
Despues de Luang Prabang es dificil aclimatarse a una ciudad grande como Chiang Mai. Decidimos dar un paseo por las afueras para echar un vistazo. Una vuelta en elefante sirve para no pensar mucho. Estamos cansados. A veces pensamos en Las Achiras. Una visita a una aldea en donde las mujeres ocupan collares para alargar sus cuellos tambien nos interesa. No se los sacan ni para dormir. Les dicen mujeres jirafa. Esta costumbre es una vieja tradicion y es sinonimo de belleza. Un dia despues subimos un cerro para ver el templo Doi Suthep. Como es festivo los tailandeses acuden en masa a estos lugares para rezarle a Buda. Cuelgan billetes con deseos y agradecimientos. Tocan las campanas. Prenden inciensos y ofrecen flores. Los templos cobran vida. Envidiable. A veces me gustaria creer en algo asi. Khamlar, el monje de Luang Prabang, nos manda un correo electronico y nos dice que espera que lo visitemos pronto. Esta aprendiendo español. Nosotros tambien intentamos aprender otras cosas.
lunes, 9 de abril de 2007
De vuelta en Laos
Llegar a Luang Prabang fue un regalo. Es una ciudad pequegna, con aires de pueblo al norte de Laos. Recorrible caminando, o mejor aun, en bicicleta. Algo nos dijo que dejaramos de lado la Lonely Planet y caminaramos sin rumbo, sin mapa. Todos los dias una sorpresa nueva. Resulta normal toparse con un templo cada ciertas cuadras, como normal tambien entrar y conversar con los monjes o novicios. Una sola calle atestada de restaurantes y tiendecillas (que se agradece). El resto muy tranquilo. Callejones de ladrillo, casitas con balcones de madera, mucha vegetacion, con palmeras como principal especie. La temperatura ha sido la adecuada. Nos ha tocado una refrescante lluvia que pasamos con el exquisito cafe laosiano y los pasteles de la influencia francesa.
Pensamos en estar dos o tres dias y nos quedamos una semana. A veces hay lugares en que uno se siente comodo, sin saber por que. Luang Prabang ha sido uno de ellos. A ratos el viaje se vuelve cansador y extragnamos a los amigos y a la familia. En esos momentos el Negro me dice "cierra los ojos e imagina que estas en el caos de Santiago, deseando salir de ahi en busca de un lugar apacible. Ahora abre los ojos y disfruta el paraiso en el que estamos". Maravilloso.
Un dia normal por aqui comienza con el sonido de los tambores que anuncian la salida de los monjes a las 6 de la magnana. Abandonan su respectivo templo para salir a las calles a buscar su comida. Cada uno, vestido con su tradicional traje naranjo, porta una especie de olla colgante, la cual destapan para recibir las donaciones de los pobladores, quienes sagradamente se apostan en las veredas para entregarles pugnados de arroz cocido, rollitos de verduras, dulces, entre otras cosas. Las mujeres se instalan arrodilladas en alfombras de paja y los hombres esperan de pie. Los monjes caminan en fila, silenciosos, sin mirar ni agradecer lo que reciben. Es una especie de ceremonia que alimenta a ambos, pobladores y religiosos.
Luego se retiran a sus templos, mientras uno elige donde desayunar antes de perderse en cualquier calle. Desde el hostal donde nos quedamos... una cuadra hacia el norte el rio Mekong, una cuadra hacia el sur un mercado de artesania y al frente un templo. Paseitos en bote, cuevas con estatuillas de buda, elefantes y aldeas... pero no lo hicimos todo. Esta vez no. Decidimos tomarnos vacaciones. Jajaja!!! Bien nos viene un campeonato mundial de dudo. Tengo un monstruo...
Por la tarde, tras la siesta merecida, salimos en bici y nos detuvimos en un templo. Hello, how are you? Nos dice un novicio. Conversamos un rato, lo clasico, de donde somos, cuantos dias por aqui. Los primeros dialogos en ingles que aprenden y ensayan con los turistas. A las 17.30 nos invita a rezar con ellos. Lo acompagamos junto a sus pares. Entramos descalzos y nos arrodillamos. Comienzan sus cantos y reverencias. Buda nos mira desde el altar.
Quiero convertirme en monje
Los monjes y novicios se levantan a las cuatro de la manana. Antes del amanecer mediatan un rato y a la seis, tras el sonido de los tambores, salen a la calle. A las siete regresan a sus respectivos templos para comer. Despues del mediodia no pueden ingerir mas alimentos. Por la manana los novicios van a las escuelas budistas y los monjes meditan y rezan. Las tardes, en general, las tienen libres. Todos esto me lo cuenta Khamlar, un monje de 22 anos, que vive justo al frente de la hostal donde nos hospedamos. A Khamlar lo conocimos un dia mientras caminabamos sin rumbo por el lugar. Ese dia, el joven monje estaba leyendo un manual para aprender ingles. Lleva siete anos en el pueblo y espera pasar otros tres en el mismo lugar. Se rie y de vez en cuando se queda en silencio antes de responder mis preguntas. Tengo demasiadas inquietudes.
Dos dias despues regreso al templo. Hay tres monjes sentados en una mesa pequena. Pregunto por Khamlar. Un novicio me dice que espere. Lo va a ir a buscar. Khamlar esta dandose un bano. Al rato aparece y me dice que lo espere. Lo espero. Diez minutos mas tarde aparece de nuevo. Hola. Hola. Como has estado. Bien y tu? Bien. Entonces intentemos con el espanol, le digo. Ya. Muchas gracias. Partimos por lo mas simple. Hola. Chao. Como estas. Cuanto tiempo llevas en Luang Prabang. Gracias. Los numeros. Buena suerte. Muchas gracias. Ayer, hoy, manana. Los dias de la semana. La luna. El sol. De donde eres. De Chile, pero no se a donde voy. Ja! Las horas pasan a mil por hora. Lo siento, pero debo ir a rezar al templo. No te preocupes Khamlar. Pero nos vemos otro dia.