domingo, 11 de marzo de 2007

A la camboyana



Llegar a Camboya se ha transformado en un conjunto de grandes sorpresas. Gratas y non gratas. Desde Pakse (Laos) nuestro proyecto inicial consistía en llegar por tierra a Siem Reap, ciudad que cobija las ruinas de Angkor. Pero después de enterarnos de que el viaje en bus duraba dos días completos, decidimos hacer el trayecto en avión. Quizás algo no propio de nuestro estilo de viaje, pero como sólo teníamos presupuestado estar una semana en Camboya, se transformó en la mejor opción. Y aquí comenzaron las sorpresas.

Partimos desde un sencillo aeropuerto, pequeño, desde donde sólo despega Laoairlines una vez al día, y al cabo de una hora arribamos a un moderno y lujoso aeropuerto camboyano (entiéndase en relación al desarrollo del país en cuestión). Letreros luminosos, cajeros automáticos que nunca vi en Laos, Duty Free, etc. Dónde estamos llegando?, le pregunté extrañada al Negro. A Angkor Wat, una de las principales atracciones del mundo, me dijo. La verdad es que mientras veía a los miles de extranjeros que hacían la fila en la aduana seguía no creyendo mucho a mi partner, pues suele exagerarlo todo, pero luego, cuando íbamos camino a la ciudad y comienzan a aparecer grandes hoteles, uno tras otro, uno tras otro como si estuviéramos en Miami, y enseguida veo el lienzo que decía http://www.new7wonders.com/ comprendí que este lugar estaba postulando para ser una de las nuevas siete maravillas del mundo. Después de eso, sólo me quedó avergonzarme de mi ignorancia y reflexionar sobre el corto horizonte con el que a veces uno se mueve. Yo sabía que visitaríamos unas ruinas, pero como ya habíamos visitado otras en Laos no le había dado mayor importancia.

Pero bueno, esa sería una de las gratas sorpresas. Lo raro eso sí era estar en Camboya, en un país extremadamente pobre, donde no obstante se movían miles y miles de dólares por turismo. A qué bolsillos viajaban esos dólares? Y ojo que digo dólares porque esa es realmente la divisa que se utiliza a diario. Nosotros hicimos el ridículo cambiando nuestros boxes en riels (supuesta moneda nacional), porque luego nos dimos cuenta que todos los precios en hoteles, restaurantes, transporte o lo que fuese era dado en dólares. Por lo que resultó un cacho andar con fajos de billetes que valían poco hasta para los mismos locales.

Y para qué hablar de la globalización en este lugar. Si bien no se encuentran Mc Donalds en Siem Reap, hay restaurantes de comida mexicana, italiana, francesa, india, china, bares irlandeses, mojitos cubanos, etc. y con precios también globalizados. Y el idioma "oficial": el inglés. Todo aquel medianamente relacionado con el turismo habla inglés. Por ello es que aquí aún no aprendemos a decir ninguna palabra en khmer, porque todos nos hablan in english.

Well... otra de las gratas sorpresas fue ver que no toda la inversión extranjera es simple negocio. Hay varios proyectos que unen el turismo con la acción social para lograr algun tipo de desarrollo local. Hay distintos programas de prevención, capacitación e inserción laboral para los jóvenes Khmer. Más de algún gringo se pasará de listo y lo asociará con mano de obra barata, pero al menos a nosotros nos tocó ver una buena experiencia en el hostal noruego en el que alojamos.

A lo que vinimos

Tras algunos días de "cultura entretenida" y con algo menos de ignorancia puedo contarles que Angkor fue la capital del ancestral imperio Khmer, cuyos territorios comprendían la totalidad de Camboya, el este de Tailandia, el sur de Laos y de Vietnam. Entre el siglo VIII y el XIII, los sucesivos reyes hindúes y budistas, comenzando por Jayavarman II, crearon inmensos templos de piedra, tallados con gran delizadeza, inscribiendo su historia y convirtiendo a Angkor en la más grande construcción religiosa del mundo. Tras ese período de esplendor, los Khmer, como se les llama actualmente a los camboyanos, han sido debilitados cada vez más por el reino de Siem (Tailandia); antiguamente mediante guerras, hoy mediante la simple compra directa de tierras a los campesinos. Camboya es cada vez más pequeña. Algunos incluso nos hacen saber su temor ante una posible desaparición. Sin embargo, los khmer siguen luciendo orgullosos sus ruinas, las cuales hacen aparecer en su bandera, en su cerveza nacional (Angkor Beer), en los billetes y en todas partes.

Recorrer los templos de Angkor requiere de algo de estrategia. No sólo por la movilización a elegir, sino porque es necesario buscar horarios en que las hordas de turistas descansan y dejan descansar a las ruinas. Ilusamente, en un comienzo pensábamos conocerlas a pie o en bicicleta. Menos mal que hicimos caso a las recomendaciones de los lugareños y fuimos en tuk-tuk, porque el complejo tiene cerca de 64 kms cuadrados, lo cual resulta imposible de conocer, ni siquiera motorizados, en un sólo día. Es por ello que la entrada se vende en tres modalidades: ticket para un día, para tres días, para una semana, por la no menos suma de 20, 40 y 60 dólares cada uno.

Sitha fue quien nos llevó a recorrer en su tuk-tuk, acompañados de un guía cuyo nombre fue imposible de retener. De las construcciones prefiero no hablar. Más bien vean algunas de las fotos e imagínense nuestro placer mientras las admirábamos bajo un intenso calor, entre polvorientos caminos, exhuberante vegetación y pequeños niños que te seguían varios metros repitiendo one dolaaaaaaaaaar, one dolaaaaaaaaaaar, para vender sus pulseras u otros souvenirs. La visita del primer día terminó con una agradable puesta de sol. La visita del segundo día terminó en cambio con un choque a una cuadra antes de llegar a nuestro hostal. Una moto que venía desde el lado contrario impactó a nuestro tuk-tuk cuando éste intentaba doblar a la izquierda. Este tuk-tuk era distinto a los de Tailandia y Laos. Estaba compuesto por una moto que atrás remolca un carro con los asientos. Bueno, comprenderan cómo se desestabilizó nuestro carro tras el golpe. Fueron segundos de mucho nervio, porque no sabíamos cómo terminaría el accidente. Afortunadamente, nuestro hábil conductor logró rápidamente recuperar el equilibrio y la cosa no pasó a mayores. Los imprudentes tripulantes de la moto se ganaron algunas heridas tras su golpe en el pavimento. Pronto se aglomeró la gente y a los minutos habían dos policías con huincha en mano para deliberar sobre el culpable del accidente. Nosotros no quisimos involucrarnos. Caminamos los metros que faltaban para llegar al hostal y sólo tras una reponedora ducha nos enteramos que Sitha había sido multado con 60 dólares. Había perdido todo su trabajo de varios días. Sin embargo, seguía sonriendo y pidiendo disculpas por el impasse. Pero lo felices que veníamos de nuestro recorrido por las ruinas hizo que pronto olvidáramos lo ocurrido y siguiéramos optimistas nuestro viaje.

Lago artificial


Y después de los templos, un largo día de descanso. Nos habían recomendado un lago cerca de Siem Reap. Un lago artificial utilizado por los khmers. Sin turistas. Hamacas y puestos con fruta y cerveza. El paraíso. Familias completas se bañan en el agua gricásea, pero dulce. Nosotros hacemos lo mismo. Hay una pareja más de extranjeros. Las hamacas están colocadas sobre alfombras de paja de diferentes colores y sobre ellas un enorme quitasol. Hay cámaras de neumáticos para todo quien quiera utilizarlas. Flotamos. Un padre se lanza al agua junto a sus tres hijos. El más pequeño es calvo y está desnudo. El pequeño niño sonríe y se zambulle. Goza. Sus hermanos se bañan con ropa. Quizás no disfrutan tanto como el menor. Más allá cuatro escolares juegan a aguantar la respiración bajo el agua. Se bañan con uniforme. El niño pequeño golpea el agua y su familia sonríe. El padre está dichoso. Goza como nadie. El otro hermano toma al pequeño y lo lanza lago adentro. Más risas. Las escolares ahora se acercan a sus compañeros, que flotan en los neumáticos. El padre vuelve a tomar a su hijo menor y lo sienta en uno de los flotadores. Pero el pequeño prefiere bañarse en la orilla. Ahora llora. Se acerca donde su hermano mayor, que intenta hacer un castillo de arena.

El hermano numero uno


Cuánto cuesta?, le pregunto a un niño que vende libros en cualquier calle de Phnom Penh. Five dollars sir. Y tu sabes quién fue Pol Pot?, le pregunto. Sí claro. Bang Bang!, grita mientras coloca una de sus manos imitando un revólver en su sien. Durante su régimen mi madre y mi hermano murieron de hambre y sed. Cuántos años tienes?. Doce. Las fechas no coinciden. Quizás Pol Pot mató a su abuela. No a su madre. Y de dónde es usted? De Chile. Italia? No, Chile. Muchas gracias sir. Su madre o su abuela? Quizás sólo quería que le comprara el libro. Más allá, en una especie de carro con más libros, leo un cartel que dice: soy Dawa, no fui a la escuela porque soy una víctima de Pol Pot, por favor ayúdeme y compre un libro. No veo a Dawa. Sí, el rostro de Pol Pot, el lider del Khmer Rouge que se tomó el poder en 1975 junto a un grupo de ultracomunistas que quisieron convertir a Camboya (entonces República Democrática de Kampuchea) en un Estado agrario, maoista y ultradical. Educado en París, introvertido y carismático entre los suyos, el llamado Hermano Número Uno (Pol Pot) impuso el Año Cero tras su victoria, suprimió la moneda, mandó a la gente al campo, rompió relaciones con todo el planeta salvo China y dejó un saldo de 2 millones de muertos. Comparable a Hitler y a otros que bien conocemos por casa en cuanto a crueldad, Pol Pot mató incluso hasta sus propios compañeros de armas y sólo la intervención de Vietnam salvó a los camboyanos en 1979 de más muerte y miseria. Pol Pot se refugió en la jungla y siguió influyendo en la escena nacional hasta su muerte en 1998. Nunca fue castigado. Historia conocida. Hoy los khmers aún hablan del Hermano aquel y aunque suene cliché intentan superar los oscuros años del Khmer Rouge y la larga guerra civil. Hoy Camboya es una monarquía constitucional y se acerca peligrosamente a un país tipo Tailandia. No queremos que se vuelva a repetir. Pol Pot, Bang Bang, nos cuenta el cocinero de una pizzería local. Mató a un millón. No, esperen (va a la cocina a preguntar). Dos millones. Ah. No sé por qué los líderes del KR no han sido juzgados y castigados, leo un cartel colocado junto a una imagen de una de las 17 mil víctimas de un centro de detención y tortura conocido como S-21, en pleno centro de Phnom Penh. Además de esa fotografía hay miles de otras imágenes en blanco y negro de la mayoría de las personas que pasaron por el lugar, antes una escuela. Un simple vistazo al patio y a algunas de las salas basta para darse cuenta de lo que pasó ahí. El colegio tiene una carga oscura. Y era que no. Hoy es conocido como el Museo de Tuol Sleng. La Lonely Planet dice que la visita a este lugar es una experienca deprimente. Eso y más. En una de las antiguas salas de tortura se exhibe un filme que narra la historia de un oficial de Pol Pot que se enamoró de una de las detenidas. Ambos mueren. El documental también muestra una escena reciente en la que un sobreviviente del S-21 conversa con uno de los ex guardias del lugar. La víctima se convirtió en pintor y sus obras (sobre lo que ocurrió en Tuol Sleng) son exhibidas en la vieja escuela. Crees que exagero?, le pregunta el pintor al ex torturador mientras le muestra una de sus obras en la que aparece una escena horrible. No, pienso que fue así, responde el ahora tímido ex guardia. Piensas que fue así? No estás seguro? Es verdad o no? Yo pinté en base a lo que escuché y me contaron, insiste el pintor. Sí, es verdad. El mismo diálogo se repite tres veces, hasta que ambos llegan a una pintura en la que aparece un khmer atado de pies y manos sobre un palo. Y esto, es verdad? Crees que exagero? Porque esto no me lo contaron. Lo vi con mis propios ojos. La siguiente escena muestra al ex guardia en los llamados Campos de la Muerte, como a unos 13 kilómetros de la capital. En el lugar se exhiben las fosas y un monumento central con miles de cráneos de las víctimas del Hermano Número Uno. Bang Bang.



12 comentarios:

Anónimo dijo...

Chiqullos:
hasta aquí todo había sido preciosos. Esto último sobre las víctimas de un régimen totalitario aprieta el corazón aunque aquí también hayamos pasado por lo mismo. O tal vez por eso nos llega tanto. Estamos aprendiendo muchísimo porque sus relatos están bien documentados. Da gusto leer cada puesta al día.¡Felicitaciones!

Ricardo dijo...

que notable experiencia... regalen datos a la vuelta...

otra ronda dijo...

LLEGÓ EL CAMPEÓN!!!

otra ronda dijo...

LLEGÓ EL CAMPEÓN!!!

otra ronda dijo...

LLEGÓ EL CAMPEÓN!!!

Anónimo dijo...

Muy buenas historias, gracias por ensegnarnos un poco de historia....que seguramente olvidare, pero volvere a recordar cuendo me toque el turno de explorar esos increibles lugares!!
La RROZA las fotos!!

Abrazos, la Dani

Anónimo dijo...

Increíbles las fotos!!! Los envidio demasiado! Ya tengo listo el pasaje, así que seguiré sus pasos. (PDG)
Panchi

chilesiguesocialista dijo...

Experiencia conmovedora. Muy linda la fotografía nocturna, como lindos los pasajes de sus relatos. Un abrazo desde el barrio Matta.

errecé

chilesiguesocialista.blogspot.com

Anónimo dijo...

Sigo paso a paso sus andanzas, muy enriquecedoras por cierto. Todo muy bien, los relatos y las fotos preciosas!!
Sigan disfrutando y ya tienen historias para nietos y bisnietos!!
Un beso..
El papa..

Anónimo dijo...

Por fin entre camboyanos y camboyanas los Vives de Tapia!!!.
Me sorprendes negrito. Allá, desde camboya, duro con el blog! Como siempre: PROFESIONAL.
y Vero cada vez más guapa!!
Alucino con las fotos.
Acá en Chile ya tenemos el "buda" entre nosotros. El gordito más lindo de todos!!!SANTIAGO
Tati

Vero&Negro dijo...

llego el campeon
dicen que se parece a Buda... habra que ver,,,
gracias nuevamente por las buenas vibras... desde aca lejos cada palabra es una gota de aliento... de verdad...
duros,,, a veces profesionales, en otras ocasiones amateurs...
pero todo sobre ruedas,,,,
aguante...
abrazo para todos

juana dijo...

Muero de ganas de realizar un viaje a Camboya pronto