miércoles, 14 de febrero de 2007

La trampa de Sydney

Lo que te mata no son las 18 horas de vuelo de Santiago a Sydney, sino que despertar, mirar por la ventana del avión y comprobar que ha pasado toda una noche, pero afuera aún está oscuro. Auckland, Nueva Zelanda, es nuestra primera escala. Aprovechamos el tiempo muerto para estirarnos. Somos pasajeros en tránsito. El aeropuerto está semi vacío. Hay un teléfono para hacer llamadas locales gratuitas. La conversación debe durar tres minutos. Miramos las páginas blancas, pero no hay a quién llamar. En realidad sí: Alex, pero no sale en la guía local. Todavía. El avión despega. Son las cuatro a.m. No sabemos qué hora es en Chile, pero salimos un domingo en la noche y estamos llegando un martes por la mañana.

Australia es primer mundo y tiene suficiente dinero para enviar soldados a Irak. Además, manejan por la izquierda. Nos damos cuenta cuando llegamos a uno de los paraderos del aeropuerto para esperar el bus 400 o el 410. La modernidad, pienso. La Vero asegura que la micro nos recogerá exactamente a las 8.29. Así es el primer mundo, le digo y me imagino el Transantiago. Por suerte no todo es perfecto y el autobús se retrasa 10 minutos. Hasta en las mejores familias. La micro tiene un espacio ideado para las mochilas. Eso sí se agradece. Pero andamos livianos. La mía pesa 6,5 kilos y la de Vero ocho. Media hora después nos bajamos en un paradero para hacer la combinación. Ahí tomamos la 373, que nos deja en Coogee, la playa donde viven Daniela y Pedro.

El balneario de nuestros amigos es apacible. El departamento que arriendan queda a dos cuadras de la playa. No hay edificios de más de tres pisos. Nos instalamos, nos duchamos y tomamos nuestro cuarto desayuno del día. El día más largo de nuestras vidas, reflexiona Vero. Qué quieren hacer?, pregunta Pedro. Que descansen, dice la Dani. Cuando nosotros llegamos nos demoramos una semana en acostumbrarnos al cambio de hora, agrega. Nos echamos a dormitar en el living. Ya son como las dos. No podemos abrir los ojos. Pero es el día libre de nuestros amigos y hay que salir. Cuesta comenzar las vacaciones. No es fácil. Ja!

Caminamos por una ruta que bordea la playa. El sol está justo encima de nosotros. Este camino une varias playas; Coogee, Bronte, Tamarama y Bondi, esta última el paraíso surfer y skater. El recorrido es de unos 12 kilómetros. Entre cada playa hay pequeños cerros y parques. También piscinas gratuitas con agua salada. Acá hay un culto a la playa y el surf, nos cuenta Pedro. Vemos gente trotando y disfrutando del mar. Yo me mojo sólo las rodillas. Y ni eso. Soy cobarde. Pienso en Tiburón. Pero la Dani me tranquiliza y me dice que sólo una persona muere cada año por un ataque de un escualo. Pedro recuerda que hace poco un tiburón blanco se tragó a un buzo, pero éste logró sobrevivir. Entonces no hay de qué preocuparse.

Las casas costeras de esta parte del este de Sydney son sólidas, con amplias terrazas, ventanales y desniveles. Quiero una para nosotros. Nos conformamos con mirarlas. Cada playa tiene un camarín público del municipio local. Y más importante aún: unos buzones desde los cuales se extraen bolsas para la mierda de los perros. Pedro me dice que acá casi no se habla de política y que en las campañas el tema más importante son los impuestos a las viviendas. Y el calentamiento global, agrega Daniela. Estoy seguro que acá los políticos ganan según la cantidad de bolsitas que ofrezcan para el excremento de sus mascotas. Es sorprendente. La mayoría no conoce la pobreza. Para ellos ese mundo es Africa, asegura Pedro.

Son las 16.00, pero bastante gente trota con sus Ipods y familias pasean con sus hijos. Es día laboral, pero pareciera que fuera feriado. Estos australianos no se preocupan por nada. A las familias que tienen hijos el Estado les paga 5 mil dólares y los servicios públicos funcionan, dice Pedro. Pese a que están aislados, la mayoría vive feliz, agrega. Pero cuál es la trampa, pregunto. En general la gente es solitaria, opina Pedro. Hace poco una vieja estuvo muerta durante dos años en un departamento acá en Coogee y nadie preguntó por ella, nos cuenta la Dani. No tienen amigos a quienes acudir, sostiene la Vero.

Dejamos la playa y nos vamos al centro de Bondi. Entramos al supermercado. Cada palta vale 2,80 dólares. Pedro me dice que hace un mes no come carne. Llegamos al paradero. En uno de los asientos hay una pordiosera conversando con un tipo flaco de unos 70 años que viste short y gorro de lana con los colores de la bandera nacional. Se parece a Charly García. La mujer es joven, de ojos azules, rubia y delgada. Viste un traje rosado y toma una lata de bebida del mismo color. Sus manos están negras. Hace meses que no se depila. De su cuello cuelga un carnet que da cuenta de su estado. Nos grita y nos pide dinero. Su acompañante momentáneo se nos acerca y nos entrega un pasquín.

De qué se trata su diario?, le pregunta Pedro. Ni mi madre ni mi hermana lo leen, dice el tipo. La pordiosera llama a su amigo. Se sientan. Hazme lo que quieras, escucho que le pide ella a él. El viejo comienza a sobar su estómago y a masajear sus pechos. Le estira la lengua. Ella no responde. Es como si el tipo estuviera lavando una olla sobre ella, afirma Pedro. El viejo insiste en sus caricias y le ofrece nuevamente su lengua. Ella responde con un largo beso. Se acompañan por un rato.



6 comentarios:

otra ronda dijo...

profesionales! sigan informando!

Santi viene muy tranquilo. hasta ahora, parto normal. claro, muy normal. no se esperan adelantos.

abrazos y besos de los tres.

el mañana (el suyo) es hoy.

Rodrigo S. García Palma dijo...

Aquí en el día del amol, un abrazo a los expeditions. POr ahora seguimos disfrutando del ron, rumba,calo y las bondades de estas tierras revolucionarias. tati y el comandante García.

chilesiguesocialista dijo...

Gran comienzo de largas vacaciones. Éxito en tan hermosa empresa...
Hasta la Victoria Siempre

errecé

visita chilesiguesocialista.blogspot.com

Vero&Negro dijo...

otra ronda: o ayer. nos hemos acordado harto de todos. salud! luego envío el despacho al por andar...

comandante: un abrazo para ustedes también. desde sydney a la habana. por acá los estudiantes andan con poleras del che. así es el primer mundo. saludos a tati y a la panchi.

errece: siempre. gracias por las buenas vibras.

Anónimo dijo...

Coogee los extraña, no se pierdan queremos verlos en Asia!!

Anónimo dijo...

Llegaron bien? Manden segnales de humo !!!